Ser espiritual (presencia). Ser natural (coherencia). Ser social (adaptación).
Actualmente, vivimos un proceso de transformación planetaria en todas sus dimensiones, en lo externo y en lo interno, en lo colectivo y en lo individual; una transformación que, a veces, se percibe con incertidumbre y con dolor, incluso con sentimientos de vacío o desamparo existencial; sí, es justo decirlo, en estos tiempos a veces vemos la distopía hecha realidad. Y es esta distopía, precisamente, la que también está forzando el salto de consciencia hacia una nueva humanidad. Un salto espiritual o “frecuencial”.
En esta situación, vemos como muchos seres humanos sienten la llamada hacia la espiritualidad; algo en nosotros necesita crecer, expandirse y despertar, azuzados por la necesidad de liberarnos de una vez por todas del conflicto, el sufrimiento y el malestar existencial. Sin embargo, la urgencia y la apresuración por “salir de esto”, puede hacer que caigamos en un bypass espiritual (*).
(*) El término “bypass espiritual” surgió junto al nacimiento del movimiento New Age, un movimiento de la nueva espiritualidad occidental que, en muchos casos, ha supuesto un acercamiento superficial y sin el discernimiento que merece el camino de la profundidad espiritual.
El bypass espiritual (Tart & Deikman, 1991) consiste en recurrir a la espiritualidad para evitar confrontar nuestra dolorosa estructura personal o las propias necesidades de desarrollo. En definitiva, recurrimos a la espiritualidad para “escapar” de las dificultades connaturales al desarrollo humano.
Cabe decir que este bypass, en muchos casos, no es espiritual sino intelectual (refugiarnos en una falsa imagen luminosa).
Para aportar un poco de claridad a este camino de desarrollo, es importante comprender (en este caso a grandes rasgos) la relación entre el ser social, el ser natural y el ser espiritual.
El ser espiritual es nuestra naturaleza esencial. Es la consciencia yo soy (la pura conciencia de ser). Una consciencia que no nace ni muere, libre e ilimitada. Esta consciencia yo soy también puede comprenderse como la naturaleza del alma. La consciencia yo soy es como un rayo del Ser. (Del Sol del Espíritu surgen los rayos del alma).
El ser espiritual entra o se encarna en el mundo a través del ser natural. El ser natural está en coherencia consigo mimo y con la naturaleza en su totalidad. Es una singularidad psicobiológica y cosmogónica. Es el individuo (no dividido), donde todas las tendencias y polaridades coexisten sin conflicto.
El ser natural se adapta al mundo (el entorno familiar, social y cultural) a través del ser social. Al tener que adaptarse, la mente comienza a configurar una imagen para ser querido y aprobado por los demás, rechazando y reprimiendo los aspectos de su naturaleza que no encajen en esa imagen social. Así comienza la división y la fragmentación interior (imagen/sombra), y, por lo tanto, el conflicto.
El ser espiritual es lo esencial. El ser natural es lo innato. El ser social es lo aprendido.
El ser espiritual es la chispa del espíritu (la chispa de consciencia). El ser natural es la individualidad (singularidad). El ser social es la imagen personal (personalidad).
El ser espiritual significa “ser”. El ser natural significa “ser uno mismo”. El ser social significa “debería ser”.
El ser espiritual es unidad. En el ser natural hay polaridad. En el ser social hay dualidad.
El ser espiritual es Ananda (dicha y bienaventuranza). El ser natural se asocia al corazón (libertad). El ser social se asocia a la mente (seguridad).
Ser espiritual (presencia). Ser natural (coherencia). Ser social (adaptación).
Ahora bien, lo importante a comprender es que ningún nivel del ser es mejor o peor que otro; son solo diversas manifestaciones del infinito potencial creativo del Ser.
El ser social no es “malo” o “falso”, es meramente un recurso de adaptación; lo “falso” es nuestro modo de mirarlo; lo “malo” (lo que genera todos los problemas) es la identificación; creer que yo soy este ser social, ese es el principal error de percepción.
Así, comenzamos el proceso de desidentificación, tratando de reparar este error de percepción; nos adentramos en un camino espiritual, y, lo que generalmente sucede, es que tratamos de saltar del ser social al ser espiritual, sin tener en cuenta que este desarrollo también pasa por el ser natural. De alguna manera, asumimos o interpretamos que la personalidad (ser social) es lo mismo que la individualidad o singularidad (ser natural). Sin embargo, discernir entre uno y otro es esencial, ya que la realización del ser espiritual pasa por la realización del ser natural.
En nuestra sadhana (práctica espiritual) lo primero es reconocer la actividad del ser social; observar y comprender su naturaleza, sus estructuras, sus estrategias de adaptación y supervivencia. En resumidas cuentas, para desidentificarse hay que conocerlo, porque, como decía Krishnamurti, “ver el hecho, libera de ello”.
Tras esto, o a la par de esto, también vamos reconociendo al ser natural; nuestras tendencias connaturales y nuestra verdadera singularidad, nuestra forma de ser natural antes de ser programados y condicionados por la estructura psicológica de la sociedad.
Aquí, de lo que se trata es de “ser uno mismo”. El problema, inicialmente, es que creemos que “ser uno mismo” es ser el ser social. De ahí la necesidad de aprender a observar y discernir con claridad y honestidad.
¿Cuándo dejas de ser tú mismo? Cuando te comparas. Esta es la señal. El ser natural no se juzga ni se compara. El ser social se juzga y se compara constantemente (de manera consciente o inconsciente).
Afirmarse a uno mismo (ser uno mismo) es respetar integralmente nuestra propia singularidad. Afirmarse, es decir:
Esto es lo que soy, y esto es lo que estoy creando… Este es el milagro que ahora estoy representando.
Esto es lo que soy, esto es lo que pienso, esto es lo que siento… Esto es lo que brota de mi ser, este es el aroma que desprendo.
Éstas son mis luces y mis sombras, mis fortalezas y mis debilidades, mis pasiones y lo que me hace sentir vulnerable…
Afirmarse, en definitiva, es «ser uno mismo»; no lo que el ego te dice que seas, lo que la familia, la sociedad o cualquier autoridad (política, ideológica, científica, religiosa) te dice que seas; no, ser uno mismo es ser fiel a tu espíritu y a tu corazón. ¿Cuándo dejas de ser tú mismo? Cuando te identificas a este ego, cuando te divides, cuando te comparas, cuando niegas tu naturaleza es pos de seguridad y aprobación.
Sé tú mismo, sé lo que eres, hacia esto señala con insistencia la Tradición. Ser uno mismo es el camino hacia el Ser, porque el Ser sólo puede realizarse en Lo que Es, en lo que eres. En realidad, es muy sencillo; el ser espiritual florece cuando dejas de estar dividido, esto es, cuando eres tú mismo. Ser uno mismo totalmente, aceptar y respetar a esta singularidad como a una expresión de lo Divino.
Esto es afirmarse a uno mismo, y entonces es cuando puedes entregarte al Ser. Te has afirmado a ti mismo, y ahora es cuando la identificación al individuo se puede desprender… Ahora es cuando la renuncia es propicia y el ser espiritual puede florecer.
Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com
Muchas gracias Toni por esta síntesis lúcida. Me acerca un poco más al gesto de abrazarme entera, sin mirar a los lados, sin compararme, sin justificar los pasos que doy en sentido contrario…Gracias