¿Pareja y Consciencia? (3)

Dos individuos. Muchos niveles conectados.

Una relación de pareja puede abarcar diversos niveles y necesidades, que pueden ser contemplados a través de varios modelos de desarrollo. Estos modelos nos pueden ayudar a comprender los distintos aspectos implicados en una relación de pareja, así como a verificar la sintonía de esa relación.

De manera genérica, algunos modelos que bien podrían señalar las piedras angulares en una relación de pareja consciente serían los siguientes:

Modelo 1

  1. Fusión simbiótica. El vínculo más primitivo que puede formarse en una pareja íntima es el impulso de fusión simbiótica, nacida del deseo de obtener el alimento emocional del que se carecía de la infancia. Esta puede ser una fase temporal de simbiosis en la que se suspenden otras actividades y amistades, y la pareja pasan juntos la mayor parte del tiempo. (Si la simbiosis se convierte en la dinámica principal de la relación, a largo plazo se volverá limitadora y debilitará a sus miembros.)
  2. Compañía. Otro nivel de conexión es el deseo de una relación íntima para satisfacer el deseo de compañía. El niño que hay dentro de nosotros quiere un compañero de juego, alguien con quien poder compartir actividades, ya sea de carácter recreativo, deportivo, natural, intelectual, cultural, etc.
  3. Comunidad. Otro nivel aparece cuando dos personas comparten no solo actividades y compañía recíproca, sino también objetivos y valores comunes, sentimientos y visión. En este nivel exponemos y compartimos lo que sucede en nuestro interior a través de una comunicación profunda y honesta.
  4. Comunión. Una extensión posterior de la comunidad es la comunión. Más allá de compartir visiones y sentimientos, existe un profundo reconocimiento del ser en la otra persona, el reconocimiento de una misma realidad compartida por ambos.
  5. Amor consciente. Comienza a desarrollarse una vez que ha sucedido el estado de comunión. Naturalmente, el amor consciente lleva poco a poco a los amantes más allá de sí mismos, hacia un mayor estado de conexión con la vida en su totalidad. Más allá de que la pareja pueda o decida tener hijos, simbólicamente, esto alumbra al “hijo espiritual”, es decir, lo que su vida y su comunión puede ofrecer al mundo de manera incondicional. Cuanto más profundamente se ama, más hondo y sincero es el anhelo de servir y cooperar con los demás.

Modelo 2

  1. Nivel físico, corporal. La sintonía y afinidad de los cuerpos. El contacto físico, el lenguaje corporal, disfrutar conjuntamente de alguna actividad.
  2. Nivel Sexual. La sintonía y afinidad sexual. Atracción y deseo sexual. Disfrutar la intimidad sexual.
  3. Nivel mental. La sintonía y afinidad intelectual. Libertad de pensamiento y de criterio. Aunque pueda haber ideas diferentes, no entran en conflicto.
  4. Nivel emocional. La sintonía y afinidad emocional. El desarrollo de inteligencia emocional. La empatía y el respeto por la realidad emocional del otro. Cuidarse y sostenerse cuando es necesario.
  5. Nivel comunicación. La sintonía y afinidad comunicativa. Todo lo que se vive en los niveles anteriores puede ser comunicado con asertividad, sensibilidad, responsabilidad y confianza.
  6. Nivel espiritual. La sintonía y afinidad espiritual. La conexión a nivel intuitivo y trascendente. El reconocimiento de “eso” que ambos comparten esencialmente.

Modelo 3

  • El Amor. Amar lo que es. La consumación sexual sella el enamoramiento y, después de un tiempo, uno se da cuenta de que el otro no es perfecto. El amor implica aceptar al otro tal cual es, incluidas sus imperfecciones, sus sombras y limitaciones. Se aman sus orígenes y su destino, su propio proceso de desarrollo y las formas de transitar su camino.

Quizás la más vana de las esperanzas sea la de que el otro cambiará y por fin se ajustará a lo que deseamos. ¿Hay algo que nos haga más felices que ser amados realmente tal cual somos?

  • La Presencia. Presencia en el sentido profundo, no solo en el sentido de estar presentes físicamente.

Si no hay presencia (consciencia), ¿entre qué o quiénes es la relación? Si no hay presencia ¿qué o quién está presente? Únicamente dos egos movidos de manera reactiva por fuerzas inconscientes.

  • La Responsabilidad. La pareja es una relación entre iguales, y ambos la cuidan. Hay un equilibro entre dar y recibir. La relación desigual se produce cuando uno se siente responsable del otro, como si fuera su madre o su padre, o cuando uno exige al otro que le de lo que sus padres no le dieron.

La responsabilidad también implica asertividad. Cada uno expresa honestamente cómo se siente en la relación, comparte sus necesidades, lo que duele y lo que daña, sin culpar al otro de su propio proceso interior, así como también escucha al otro como a un adulto que expresa su propia sensibilidad y percepción.

La responsabilidad, por supuesto, implica reconocer que cada uno ha elegido estar en esa relación (sentirse víctima en una relación es una muestra de una motivación infantil y de una falta de maduración).

  • Equilibrio entre dar y recibir. Lo sano es que ambos miembros de la pareja muestren con tranquilidad lo que cada uno necesita de la relación, y este intercambio ocurre en todos los niveles: material, sexual, emocional, intelectual, social y espiritual. Cuanto más den y reciban el uno del otro, más fuerte será el vínculo que los una.

Los problemas empiezan a surgir cuando uno de los miembros de la pareja no puede mostrar sus necesidades y actúa únicamente como dador, o bien cuando uno no quiere, o no puede, o no se siente capaz, de dar-se a la relación.

Tomar suele ser más difícil que dar, pues cuando tomamos sentimos (consciente o inconscientemente) la presión de devolver algo.

Cuando alguien siente que ha recibido más de lo que ha dado, se siente en deuda (una deuda energética); la deuda crea tensión y crispación, y esto puede conducir a la separación.

Por lo general, los desequilibrios suelen producirse sin que ninguna de las partes sea consciente de lo que sucede, y se dan tanto en la excesiva entrega como en la irreflexión de la recepción.

La relación de pareja consciente requiere que ambos compartan con lucidez y con amor, que ambos mantengan un equilibrio dinámico -dar y recibir- en la balanza de su corazón.

  • Equilibrio entre comunión y soledad. Tal vez uno de los más profundos miedos humanos es el miedo a la soledad. Para que la pareja no se convierta en un medio para escapar de la soledad, es importante que ambos puedan vivir, respetar y disfrutar su propio espacio de soledad e intimidad. Solo entonces el otro deja de ser un medio para escapar, y la relación se convierte en un fin en sí mismo, donde compartir y disfrutar intimidad.

Intentar sentirse seguros estableciendo una vida y una identidad exclusiva en la pareja sólo debilita a sus miembros.

Por muy cerca que estemos de otra persona, una parte de nosotros siempre permanece sola, libre y salvaje.

Algunas personas se refugian en la relación para escapar de sí mismos. Otras evitan la relación para evitar confrontar el dolor de la relación (evitan que la relación les muestre su propio dolor).

El miedo a la soledad me hace buscar la relación, o bien el miedo al dolor me hace evitar la relación. Esencialmente, solo buscamos la mejor manera de evitar confrontar nuestro miedo y nuestro dolor.

Cuando he aprendido a estar solo, cuando puedo asumir mi miedo y abrazar mi dolor, cuando realmente estoy en paz conmigo mismo, cuando puedo descansar en un sereno y compasivo estado de contento interior, entonces es cuando puedo ofrecerme honestamente a la relación.

Cuando puedo amarme, es cuando realmente puedo amar y crear un vínculo auténtico de intimidad; me relaciono para compartir, no para escapar. Cuando apreciamos nuestra soledad es cuando podemos ser nosotros mismos y darnos más plenamente, sin miedo y sin necesitad.

Teniendo esto en cuenta, es importante mantener un equilibrio entre la convivencia y los espacios de soledad, entre la comunión y la intimidad, permaneciendo al mismo tiempo auténticos en la singularidad de cada cual. También es importante hacer cosas juntos y por separado, con amigos u otros grupos humanos.

  • Tres Palabras de Poder. Sí, Por Favor, Gracias. Bert Hellinger señala hacia la dicha en la pareja en forma de estas tres palabras simbólicas concentradas:

Sí” es la llave maestra, la gran afirmación de la existencia. Te tomo tal como eres. Asiento a lo que te conforma tal como eres y no pretendo que sea distinto.

“Por Favor” es una invitación a la concordia, a la bondad y a la humildad en la relación.

“Gracias” es la misma voz del corazón. Gracias por ser como eres, gracias por todo lo que me das y por todo lo que tomas de mí. Gracias.

 

Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com

Por |2024-09-24T23:39:02+02:0024 de septiembre de 2024|Artículos|Sin comentarios

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