El Desarrollo Integral se puede aplicar en todos los campos de la experiencia humana, especialmente en el ámbito del desarrollo y la expansión de la consciencia.
Integral significa comprehensivo, equilibrado e inclusivo. Una forma de evolución consciente que moviliza todas las dimensiones de nuestro ser. El desarrollo del cuerpo, la mente y el espíritu, en el individuo, la cultura y la naturaleza.
La propuesta parte de lo que denominamos módulos esenciales: el cuerpo, la mente, la sombra (emoción) y el espíritu (conciencia).
Módulos Esenciales
Dieta correcta, trabajo correcto, sueño correcto. Cuidar la alimentación, realizar algún ejercicio o actividad física (disciplinas deportivas, actividades en la naturaleza, yoga, danza, etc.), y el cuidado del sueño.
El módulo de la mente incluye aspectos como la investigación, la reflexión, la indagación, la lectura, la escritura… En definitiva, el trabajo en este módulo consiste en aumentar la capacidad de asumir perspectivas, la capacidad de “abrir la mente”.
El módulo de la sombra tiene que ver con el trabajo terapéutico, el trabajo con las emociones. Este trabajo permite desarticular la represión y reapropiarnos de la sombra.
La sombra es el “lado oscuro” del psiquismo, el “inconsciente reprimido”; no es lo “malo”, sino todo lo que ha sido rechazado y disociado de nosotros mismos.
El módulo del espíritu asume prácticas de meditación, de contemplación, de oración, de compasión… Prácticas que favorezcan la expansión de la consciencia, el reconocimiento de nuestra Identidad Profunda y la apertura del Corazón.
Módulos Auxiliares
Estos módulos esenciales pueden ser acompañados, además, de otras prácticas que se consideren apropiadas en cualquier ámbito de nuestra vida, áreas donde sintamos la necesidad de aplicar consciencia y desarrollo. A estos ámbitos podemos llamarlos módulos auxiliares.
Entre otros, podríamos señalar el módulo de la ética, el trabajo, el dinero, la comunicación, la creatividad, las relaciones íntimas, la sexualidad, la familia, la comunidad, la naturaleza, el propósito vital, y hasta el módulo del “alma” (viajes iniciáticos, mística, soledad).
Ética Integral
Un módulo complementario especialmente significativo es el módulo de la ética integral. Más allá de la ética convencional (la ética “del bien y el mal” estrictamente cultural y psicológicamente funcional), la ética integral consiste en el ejercicio de la bondad en nuestra vida cotidiana.
La ética del respeto, la empatía y la bondad no responde a determinados patrones culturales, sino que nos señala directamente a nuestra “intuición moral básica”.
La sensibilidad ética es la capacidad de percibir cuál sería, en un momento dado, la acción “correcta” o “necesaria”. Esta sensibilidad agudiza nuestro discernimiento moral, nuestra capacidad de equilibrar opuestos y de tomar decisiones éticas sabias.
Al final, todos nuestros procesos internos se reflejan en nuestra conducta; la conducta es la expresión más elocuente y poderosa de nuestra ética. Nuestra actitud, nuestras decisiones, nuestras acciones… En la práctica, esto es lo que finalmente expresa nuestra coherencia o incoherencia en la relación con nosotros mismos y con los demás. Y, por supuesto, siempre nos podemos equivocar… Una de las claves de la ética integral es la aceptación de nuestra falibilidad. ¿Por dónde, si no es hacia uno mismo, podría comenzar por aplicarse esta bondad?